El bochornoso momento de Nadia Macías, la candidata del PRD que se quedó muda en pleno debate

Nadia Macías y un error que nadie entendió. (Captura X/@Juan_OrtizMX)
Nadia Macías y un error que nadie entendió. (Captura X/@Juan_OrtizMX)

El turno fue de Nadia Macías, candidata del PRD a diputada por el Distrito 20 de la Ciudad de México. Los debates políticos están de moda y esta semana han tenido lugar los relativos a la capital del país. Ojalá fuera por el alto nivel de argumentación y deliberación que tendría que alcanzarse ahí, en esos estrados donde discuten las personas que quieren representar a la población. Pero no. Generalmente es por todo lo contrario y así volvió a pasar en este ejemplo que causó incomodidad y, ciertamente, indignación.

La escena empezó con la moderadora dándole la palabra a la candidata, que se quedó en completo silencio por unos cuantos segundos. Debía hablar sobre la transparencia pública. Hubo necesidad de recordarle que tenía el uso de la palabra. Después de trece segundos, al fin usó la palabra sólo para saludar. Y luego lanzó un mensaje confuso: "defender el Distrito 20...". No pudo completar la idea hasta después: "significa proponer soluciones para buenos gobiernos y que estos sean... para la gente...".

Así fue como su tiempo se consumió sin que pudiera expresar una sola idea. El hecho generó desconcierto en redes sociales. No se pudo comprender que algo así sucediera cuando, en teoría, los debates deben ser impecablemente cuidados no sólo por los políticos que salen a pantalla, sino por todo su grupo de asesores. ¿Acaso fue demasiado el nerviosismo como para impedir que leyera bien el discurso que tenía en sus manos?

Al final de cuentas, es algo que puede sucederle hasta a políticos de mayor experiencia. En el debate presidencial del 7 de abril, Xóchitl Gálvez, candidata del bloque opositor, mostró un escudo de México al revés. La táctica llamó la atención porque, a bote pronto, se trató de un evidente error. Luego Gálvez dijo que lo había hecho a propósito para ejemplificar la forma en la se encontraba el país por el gobierno de Morena —aunque, si hubiera sido así, quizá lo ideal habría sido aclararlo dentro del debate mismo y no después—.

Sí, eso es verdad y nadie es perfecto para no cometer un error nunca. Pero aquí lo que quedó evidenciado fue la falta de preparación del debate por parte de la candidata. Y lo más penoso del caso es que ni siquiera pudo leer bien. Ya es cuestionable cuando en los debates los candidatos eligen esa táctica, pero de alguna forma se pasa por alto y se admite.

En esta ocasión, lo más grave fue que ese plan no salió bien y que, de manera inevitable, conduce a otras preguntas: si no fue capaz de leer una hoja para su debate, ¿cómo pretende representar a los electores y ocupar un cargo de alta responsabilidad en la administración pública? Ya se ha hablado de que un grado de estudios no define la calidad de un político. Pero también ellos deben ayudarse a no ponerse de pechito para las críticas.

Y es que basta con recordar el debate que mayores comentarios ha generado en los últimos años: el presidencial de hace seis años, que causó nostalgia entre los espectadores hace dos semanas. Y, desde luego, no fue por las grandes propuestas que se compartieron ahí. Meramente genera melancolía porque fue un show de comedia —hoy ni siquiera hay eso—. Con López Obrador haciendo el chiste de "Ricky Riquín canallín", con el propio Anaya haciendo todo para sacar de sus casillas de López Obrador, y Jaime Rodríguez Calderón El Bronco y sus comentarios comentarios fuera de lugar, como la propuesta de "mochar manos" a los rateros o la sugerencia que de López Obrador y Anaya se dieran un beso.

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