La visita de Xi Jinping a Francia, Serbia y Hungría es una declaración de intenciones de lo que quiere China

Han tenido que pasar cinco años y una pandemia para que el presidente chino Xi Jinping vuelva a Europa en visita oficial. En 2019, el mandatario recibió una afectuosa bienvenida en Italia en un tiempo en el que las relaciones entre el gigante asiático y la UE eran de absoluta cordialidad y colaboración. Sin embargo, en 2024, hay tensiones, recelos y mucha incertidumbre sobre el futuro.

Van a ser seis días en los que Xi va a visitar Francia, Serbia y Hungría. Una terna de países que, a priori, puede sorprender, ya que después de tanto tiempo sin pisar territorio europeo, la lógica podría indicar que el presidente chino buscaría reuniones con potencias regionales como Alemania, Reino Unido, Italia o España y no con países con poco peso político a nivel global, como son los serbios o los húngaros. Pero su decisión tiene una explicación y ciertamente es bastante coherente.

Xi Jinping en su visita a Francia. (Photo by ED JONES/AFP via Getty Images)
Xi Jinping en su visita a Francia. (Photo by ED JONES/AFP via Getty Images)

Pero antes de profundizar en el tema hay que tener muy en cuenta el contexto global. Por un lado, desde hace dos años Ucrania y Rusia están en guerra. Pese a que los chinos han evitado posicionarse directamente con ninguno de los bandos, lo cierto es que los lazos entre Pekín y Moscú son muy estrechos y los primeros han mantenido un importante flujo comercial con los segundos en un momento en el que la mayoría de países occidentales han optado por sanciones y fomentar su aislamiento.

De hecho, esta postura de Xi Jinping ha generado fricciones con una Europa que mira con mucho recelo las ansias expansionistas de Putin.

Por otro lado, hay una creciente tensión entre la Unión Europea y China a cuenta de los coches eléctricos procedentes del gigante asiático. Bruselas tiene en marcha una investigación sobre las subvenciones estatales chinas a sus fabricantes, por lo que estudia imponer aranceles. Igual que Estados Unidos se encuentra ahora mismo en una guerra comercial con Pekín, Europa puede estar cerca de una gran confrontación comercial, por lo que a Xi le interesa frenar esta posibilidad antes de que se materialice, teniendo en cuenta además que el país se encuentra en una débil situación económica.

Con estos dos escenarios, es normal que la primera visita del mandatario chino haya sido a Francia, donde se ha reunido no solo con el presidente galo, Emmanuel Macron, sino también con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Macron ha sido el mandatario más duro de la Unión con Rusia e incluso ha amenazado con mandar tropas a Ucrania. "Es una guerra existencial para Europa y para Francia", dijo hace algunas semanas. Se da la circunstancia, además, de que el país es el único que tiene armas nucleares de los 27 que forman la UE, por lo que una escalada entre Rusia y Europa probablemente tendría a París como gran protagonista.

Macron y Xi Jinping en su encuentro en París. (Mohammed Badra, Pool via AP)
Macron y Xi Jinping en su encuentro en París. (Mohammed Badra, Pool via AP)

En lo que respecta a Von der Leyen, es la persona que ha liderado las críticas al comercio chino y ha hecho un llamamiento para proteger las cadenas de suministro europeas de las chinas. Es decir, son exactamente las dos personas con las que Xi Jinping tenía que reunirse en este momento.

¿Por qué no Alemania? Porque hace menos de un mes su canciller, Olaf Scholz, se reunió con Xi en China. Entonces, avisó del riesgo de una excesiva dependencia, aunque recalcó la necesidad que tiene Alemania de que el gigante asiático actúe como fábrica global.

¿Por qué no Italia o España? Porque ninguno de los dos tiene una posición relevante en los dos temas principales. ¿Y Reino Unido? Porque es un aliado crucial de Ucrania y, al estar fuera de la UE, todo este conato de guerra comercial entre ambos le resulta ajeno.

Entonces, ¿por qué Hungría y Serbia? La respuesta es sencilla. Se trata, probablemente, de los dos principales aliados de China en la región. Si en su visita a Francia ha tenido un recibimiento más frío, en Budapest y Belgrado tiene garantizada una gran acogida.

El gigante asiático ha hecho grandes inversiones en Serbia, como el reciente acuerdo de 2.000 millones de dólares en centrales eólicas y solares y en una planta de producción de hidrógeno. Respecto a Hungría, se ha convertido en un gran centro de producción europeo para los proveedores chinos.

Coincide además que ambos países se han desmarcado habitualmente de las críticas y sanciones a Rusia y mantienen unas relaciones cercanas y cordiales con Moscú. Lo que consigue China con estas visitas es reforzar sus sólidas alianzas y además, poner de relieve que la Unión Europea no habla con una sola voz debido a Hungría, lo que puede debilitar su posición.

Así pues, la doble estrategia de China con este viaje está clara. Evitar un aumento de las tensiones con Francia y la Comisión Europea y al mismo tiempo fortalecer sus lazos con dos actores clave para sus intereses en la región. Veremos si sale bien.

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