La película de Ryan Gosling que lo llevó a confundir la ficción con la realidad

El actor de 'Profesión peligro' destacó en 2010 gracias a 'Triste San Valentín', el drama romántico que protagonizó junto a Michelle Williams

CANNES, FRANCE - MAY 18:  Actors Ryan Gosling and Michelle Williams attend the 'Blue Valentine' Photo Call held at the Palais des Festivals during the 63rd Annual International Cannes Film Festival on May 18, 2010 in Cannes, France.  (Photo by Toni Anne Barson/WireImage)
En 2010, Ryan Gosling y Michelle Williams protagonizaron 'Blue Valentine', una historia romántica marcada por el desenamoramiento (Foto: Toni Anne Barson/WireImage via Getty Images)

Tras enamorarnos y bañarnos en lágrimas con películas como Diario de una pasión, Ryan Gosling siguió ligado al género romántico con títulos que volvieron a destrozarnos emocionalmente. Fue el caso de Triste San Valentín (Blue Valentine), el drama que protagonizó con Michelle Williams sobre una pareja que ve como su pasión se ve superada por las necesidades de la vida, un trabajo que les valió la aclamación crítica y les abrió hueco en galardones como los Oscar y los Globos de Oro. Eso sí, su trabajo para lograrlo requirió de un método un tanto extremo.

Como contó Gosling en una entrevista con el programa Fresh Air, el director de Triste San Valentín, Derek Cianfrance, les pidió ser lo más realistas posibles. Para ello, dividió el rodaje en tres partes, planificándolo para que empezaran grabando los flashbacks donde los personajes están perdidamente enamorados y terminar con el acto donde toda la relación se va a pique. Entre medias, gestó varias pausas para preparar a los actores para cada situación con tareas de lo más peculiares, como el hacer que Williams y Gosling convivieran en una casa durante un mes como una pareja real en crisis.

"Durante el mes, intentamos desmantelar esto que habíamos estado construyendo", dijo Gosling, que se mudó tanto con Williams como con la niña pequeña que interpretaba a su hija a la misma casa donde rodaban Triste San Valentín. "Originalmente todos trabajamos muy duro para crear esta parte de la historia de amor, cuando se enamoran. Queríamos que se sintiera genuina, real y verdadera. Y pasamos todo este tiempo construyéndola, y luego tuvimos que derribarla".

Durante todo este tiempo, el director les pidió que realizaran acciones un tanto exageradas, como discutir, prender fuego a las fotos de sus personajes o simular que estaban viviendo su propia vida. En este sentido, Ryan Gosling y Michelle Williams llegaron a celebrar cumpleaños falsos, fueron de compras como cualquier pareja normal y hasta llevaban a la pequeña actriz al parque con la intención de crear recuerdos reales a los que remitirse cuando estuvieran rodando.

“Celebramos una Navidad falsa, pusimos árboles de Navidad, horneamos pasteles de cumpleaños, compramos regalos de cumpleaños y fuimos a Sears", continuaba el actor. "Peleamos todo el día, y luego teníamos que llevar a Faith [la hija de nuestros personajes] al parque... cualquier cosa que pudiéramos hacer para crear recuerdos reales, así que cuando llegó el momento de filmar la última parte nos basamos en recuerdos reales".

Eso sí, solamente lo hacían durante el día, ya que por la noche Michelle Williams tenía que regresar a cuidar de su hija Matilda, la niña que dio a luz en 2005 fruto de su matrimonio con Heath Ledger. No obstante, llevaron este método a tal extremo que la marcha nocturna de la actriz no condujo a que su mente desconectara de esta falsa vida familiar que habían creado.

De hecho, hicieron todo tan realista que Gosling reconoció que por primera vez se olvidó de que estaba haciendo una película. "En la mayoría de las películas, tienes que intentar olvidar que estás haciendo una película, porque hay camionetas, explosiones, luces y marcas, y todo te recuerda que es una ficción", dice. "Y con esto, intentas recordar que es una película, porque es muy fácil perderse en ella".

Tal vez se excedieron, porque introducirse en una vida ficticia durante un mes, intentar convertirla en real y simular situaciones tan duras como peleas matrimoniales, es un trabajo arduo que, más allá del esfuerzo laboral, puede dejar secuelas psicológicas. Aunque no se puede negar que el resultado mereció la pena. Michelle Williams fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz, Ryan Gosling al Globo de Oro en la categoría de Mejor Actor - Drama, en el Festival de Sundance el film optó al gran premio del jurado como uno de los mejores títulos estadounidenses del 2010 y asociaciones de críticos no dudaron en dar reconocimiento a sus protagonistas.

Además, funcionó bien en taquilla. Al ser una producción independiente con medios limitados no despertó el mismo ruido que otras grandes producciones románticas de Ryan Gosling, como Diario de una pasión o La La Land, pero apenas costó 1 millón de dólares y fue capaz de recaudar más de 15, teniendo la rentabilidad más que asegurada.

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