Mariana Levy y la frase de su personaje en 'Amorosos fantasmas' que resultó premonitoria

Mariana Levy en 'Amorosos fantasmas'/Captura de YouTube
Mariana Levy en 'Amorosos fantasmas'/Captura de YouTube

Las noticias causaron confusión. Se informó que había muerto como consecuencia de un asalto a mano armada, lo cual produjo suspicacias e incertidumbre alrededor del morbo que ya en sí era “la exclusiva”. ¿Le habían disparado? ¿Dónde la asaltaron? La única certeza al momento de dar la información fue que Mariana Levy falleció la tarde del 29 de abril de 2005 poco antes de la hora de la comida.

Conforme transcurrieron las horas se supo que había fallecido de un infarto fulminante derivado del susto causado por hombres armados en la circulación vial. Ocurrió en la intersección que une a las calles de Montes Urales y Prado Sur, Lomas de Chapultepec.

Eran alrededor de las 13:45 horas cuando sus hijas y otras menores se alarmaron y gritaron tras ver por las ventanillas de la camioneta en que viajaban a tipos con pistolas a bordo de otro vehículo cercano.

Levy tenía 39 años cumplidos. Siete días antes había festejado su cumpleaños y en esa tarde se dirigía a Six Flags para festejar el Día del Niño con María, Paula y amigas de ellas. Pero su vida acabó trágicamente.

El último trabajo de Levy fue la telenovela Amor real, historia en la que interpretó a Josefina de Icaza, una mujer con quien juega Humberto Peñalver (Ernesto Laguardia) con el diseño de una boda falsa. Lo importante para ella en ese proyecto es que compartió créditos con su hija María, quien debutó en televisión en esa producción.

Mariana vivía un periodo de transición como actriz. Estaba en una fase de actuar como talento de reparto en aras de volver a obtener un crédito estelar lejos del pasado que la encasilló como joven intérprete por su papel de Lupita López en La pícara soñadora, telenovela de 1991.

Fue en la década de los noventa cuando logró posicionarse como estrella juvenil de la televisión. A La pícara soñadora le siguieron melodramas como Caminos cruzados (1995) y Bendita mentira (1996), piezas con que se consolidó como uno de los rostros femeninos fuertes de Televisa durante esa época.

El éxito que trajo consigo en su rol de Lupita López la llevó a ser considerada por el director Carlos García Agraz para ser la coprotagonista de la película Amorosos fantasmas (1994) junto a Sergio Goyri. Este título perteneció a la saga de adaptaciones del investigador privado Héctor Belascoarán Shane, personaje creado por el escritor Paco Ignacio Taibo II. Levy personifica a la locutora Laura Ramos.

"Porque aunque conozcas todas las esquinas, todos los callejones, todas las locuras que se le pueden ocurrir a esta ciudad, siempre habrá una macabra ocurrencia", pronuncia Laura Ramos en el programa La hora de los solitarios que sintoniza Belascoarán Shane (Sergio Goyri) cuando conduce su automóvil. Es una de las primeras secuencias de la película.

Cosas del destino, se trató de una coincidencia fatal con lo que sufrió Mariana una década después, o una premonición terrible de la ficción que saltó hacia su realidad. Esta interpretación cobra un significado mayor cuando se escucha la penúltima línea que comenta Laura Ramos al aire en la secuencia final: “Cuidémonos de una ciudad que amenaza con tragarnos”.

Desafortunadamente el cine había aparecido en un mal momento para la actriz. La industria cinematográfica nacional ingresó a la peor crisis de su historia. Varios complejos cinematográficos cerraron, los productores dejaron de invertir ante un negocio que no era redituable por la disminución radical de filmes mexicanos en exhibición, entre otros males.

Fue su único proyecto a cuadro en pantalla grande. Su nombre aparece registrado en la producción de Un corazón para dos (Sergio Véjar, 1990) pero no destaca en los créditos del filme. ¿Por qué? Porque Mariana dio su voz al personaje principal interpretado por Daniela Leites. En ese entonces era una práctica común el doblaje de actores y actrices en ficciones, ya fuera por problemas del sonido o porque a los directores no les gustaban las voces de sus elencos.

Levy se concentró en la televisión, medio que le concedió la oportunidad de trascender como una figura relevante de su generación hasta que se topó con el siglo XXI. A partir del año 2000 la actriz enfrentó la realidad del paso del tiempo, es decir, el cambio de intereses dentro de la industria del entretenimiento. Buscaba retornar su nombre a los primeros planos, algo que ocurrió de la manera menos esperada y más trágica, con su fallecimiento.

Han pasado 19 años desde que cimbró la noticia del deceso de Mariana Levy. Repasar su legado implica hacer una escala en Amorosos fantasmas, un filme que dota de un simbolismo particular a la actriz descubriéndose en el cine sin imaginar que su personaje narraba las advertencias y cautelas que más tarde iban a ligarse con su propio destino.

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