Conclusiones de científicos sobre la gestión de la pandemia sacuden la campaña electoral mexicana

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Cola para recibir la vacuna contra la covid-19 en Puebla (México). Alejandro_Munoz / Shutterstock

Al referirse al trauma, la escritora americana Stephanie Hutchins insiste en que ignorarlo no hace que desaparezca. Sin embargo a un año del final de la peor crisis humanitaria en México desde la Revolución Mexicana de 1910, la dinámica política evade la necesidad de rescatar lecciones aprendidas durante la covid-19.

Ante este vacío, se conformó la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia por covid-19 en México, con un planteamiento basado en la obligación moral y cívica y en el interés académico y científico. Su principal objetivo consistió en realizar un riguroso análisis de la emergencia y contribuir a la explicación de los hechos para evitar tragedias similares ante nuevos retos en salud.

Los 17 comisionados, expertos en distintas disciplinas y encabezados por Jaime Sepúlveda, director ejecutivo del Instituto de Ciencias de la Salud Global de la Universidad de California en San Francisco y exdirector del Instituto Nacional de Salud Pública de México, trabajaron de forma voluntaria, a título individual e independientes de fuerzas políticas junto con un equipo de investigación.

Exceso de mortalidad en un país con población joven

El virus SARS-CoV-2 fue el mismo para todos los países del mundo. Aunque los resultados son muy diversos en distintas latitudes, algunos, como México, están entre los de peores niveles de exceso de mortalidad. Esto a pesar de tener una población relativamente joven y ser la doceava economía mundial, la segunda de Latinoamérica.

Con el objetivo de comprender qué peso tuvo la situación de vulnerabilidad de México al momento de la llegada de la pandemia en el exceso de mortalidad, la comisión elaboró un modelo estadístico. Este incluyó variables determinantes, como las desigualdades sociales, estructura demográfica, comorbilidades de la población mexicana, inversión del PIB en salud, acceso e infraestructura de los servicios de salud, proporción de la población en la economía informal y nivel de desarrollo económico.

Del análisis se concluye que las condiciones estructurales prepandemia en México sólo justifican un exceso equivalente a medio millón de muertes respecto a la mortalidad normal. Es decir, cuatro de cada diez fallecimientos (37 %) se atribuyen a una mala gestión. El devastador balance señala que el manejo de la emergencia sanitaria pudo haberse hecho mejor y que la muerte de al menos 300 000 mexicanos era evitable.

La reacción al devastador balance del informe

Desde que la Comisión publicó el 30 de abril de 2024 el informe, elaborado a través del análisis de datos oficiales, de casi medio centenar de entrevistas semiestructuradas a distintos actores y de la revisión rigurosa de literatura científica publicada, el interés y la cobertura mediática han sido extensos. Su difusión ha coincidido con la recta final de la campaña electoral por la presidencia de México cuya cita en las urnas es el 2 de junio.

Aunque el informe expresa en su carta de motivos que su objetivo es “aprender para no repetir”, visibilizando aciertos, entendiendo los errores y omisiones, y realizando recomendaciones para fortalecer la preparación, prevención y respuesta frente a futuras crisis en salud, la reacción del actual Gobierno ha sido de descalificación.

En sus conferencias matutinas, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo calificó de “pasquín inmundo”.

Por su parte, la candidata con mayor ventaja hacia la presidencia de la república y ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la doctora Claudia Sheinbaum, lo rechazó.

Pero el informe no está aislado, y se suma a ejercicios similares. Iniciativas académicas, independientes y gubernamentales, como las elaboradas en Gran Bretaña, India, Estados Unidos, Japón, España y Brasil se suman a las de instancias como la Organización Mundial de la Salud (OMS) que presentará la propia a fin de mayo. Todas ellas buscan la evaluación objetiva para rescatar la memoria histórica, recolectar lecciones hacia el futuro y compartir experiencias para la integración de mejores respuestas.

Baile de cifras

México ocupa el cuarto lugar mundial en muertes en exceso, con 808 619 decesos por encima de los esperados en condiciones normales. Solo por detrás de países de menores ingresos, como son Perú, Bolivia y Ecuador.

Al revisar las actas de defunción, se atribuyen 511 081 muertes por covid-19 desde el inicio de la emergencia en 2020 hasta que fue declarada por terminada el 9 de mayo de 2023. Un número mayor al arrojado por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedad Respiratoria Viral (Sisver), que fue el monitoreo utilizado por las autoridades y el cual registró, de forma oficial, solamente 334 196 muertes. Es decir, en todo momento la emergencia estuvo subreportada, dejando de captar cerca de 35 % de las muertes. Una información imprecisa que se usó en la toma de decisiones clave sobre política pública y comunicación de riesgo.

En junio de 2020, el escenario considerado “catastrófico” por las autoridades de salud predecía 60 000 muertes; una fracción (7.4 %) del resultado final, dado que los modelos utilizados desafortunadamente fueron erróneos. Y, a pesar de ello, las estrategias no fueron corrigiéndose cuando la evidencia científica aprendía más.

Las fallas que más pesaron

Derivado del análisis del proceso de toma de decisiones gubernamentales, el informe de la comisión encuentra tres errores principales en la gestión:

  1. La minimización y subestimación del virus en todo momento. México recibió al coronavirus en una tercera etapa, luego de haber iniciado en China y pasado por Europa y Estados Unidos. Y sin embargo no utilizó el valioso tiempo en su preparación. Durante toda la emergencia, la comunicación oficial no siguió la evidencia científica conforme surgía, mermó la confianza y la percepción de la población sobre la gravedad de la situación al comparar por ejemplo al virus con una “gripita” y favoreció intereses políticos particulares usando elementos pseudocientíficos.

Todo ello aunado a la falta de promoción de pruebas diagnósticas, que ocasionó una positividad promedio muy alta (40 %), cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendaba “pruebas, pruebas, pruebas” para tener una visión más certera de la situación.

  1. La centralización y personalización de las decisiones. A pesar de ir contra lo establecido en la regulación mexicana, hubo persistencia en los errores al rechazar la deliberación en reuniones colegiadas del Consejo de Salubridad General y del Consejo Nacional de Salud para el manejo, vigilancia y comunicación.

  2. La política de austeridad del Gobierno. Antes de la pandemia el sistema de salud mexicano estaba segmentado y en estado financiero precario, con debilidades que se exacerbaron por reformas regresivas y un recorte del gasto que redujo la capacidad de respuesta ante la crisis. La falta de apoyo a sectores populares con desventaja socio económica tuvo como consecuencia el cierre de un millón de negocios, el descenso en 8,7 % del PIB y además de aumentar las desigualdades, 10,6 millones de mexicanos perdieran su empleo.

Alta mortalidad de menores de 60 años y 200.000 huérfanos

Contrario a las cifras mundiales, cabe destacar la alta mortalidad en adultos jóvenes en México asociada en parte a la falta de apoyo a sectores vulnerables de la economía informal, que tenían que salir a trabajar a pesar del riesgo. El 38 % de los muertos en México fueron menores a 60 años, cuando el promedio global de muertes en menores de 60 años por covid-19 es de 20 %.

Esto explica en parte porque México está entre los primeros lugares de más niños y niñas huérfanos de padre o madre a raíz de la pandemia, con 215 281 menores de 18 años en México en esta situación.

Otro ejemplo de decisiones puntuales que no se apegaron a las recomendaciones técnicas y tuvieron un impacto relevante ocurrió en la Ciudad de México (CDMX), uno de los epicentros de mayor exceso de mortalidad. Durante la segunda ola, entre diciembre de 2020 y enero de 2021, la CDMX aportó el 24 % de las muertes en exceso a pesar de representar el 7,3% de la población del país.

Esto ocurrió en parte por desobedecer las indicaciones del semáforo epidemiológico establecido por el mismo Gobierno que, en ese momento, indicaba alta circulación viral e implicaba el cierre de actividades comerciales no esenciales.

Vacunación lenta

Uno de los aciertos que tuvo México fue el lograr ser de los primeros países en Latinoamérica en recibir dosis de vacuna contra la covid-19. El Programa Nacional de Vacunación se inició el 24 de diciembre de 2020. Sin embargo, la vacunación fue lenta y alcanzó solamente una cobertura del 63 % con ambas dosis para octubre de 2022. No hay datos disponibles a partir de esa fecha.

Pero la estrategia no siguió algunos de los lineamientos recomendados por la OMS. Se comenzó vacunando a personas mayores de edad en entornos rurales, en vez de iniciar el esfuerzo en lugares de mayor densidad poblacional y, por ende, de mayor propagación del virus.

Y, aunque según UNESCO México fue uno de los ocho países del mundo con mayor tiempo de clases a distancia, se decidió vacunar a maestros antes que al personal de salud privado. Este factor, junto con la falta de cantidad y calidad en el equipo de protección personal, hizo que México contabilice 4 843 muertes de personal de salud, la mayor cifra registrada en el continente americano. Además del retroceso registrado en educación, con una reducción de 4,2 % de la matriculación escolar.

Un indicador del deterioro en la atención pública en salud en México lo muestra la migración al sector privado. El 69 % de la población mexicana que recibió atención específicamente por covid-19 acudió a servicios privados, aumentando en 74% el gasto en salud en el decil más pobre. Posiblemente, fueron factores determinantes la desaparición del Seguro Popular, la saturación hospitalaria y la alta tasa de letalidad promedio de pacientes hospitalizados durante la crisis en centros públicos, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Derivado del análisis detallado y en un momento cuyuntural para México, la comisión propone 35 recomendaciones en cuatro ejes principales: gobernanza, gestión, vigilancia y comunicación y sistema de salud e impacto social.

La propuesta es que estas medidas se integren a las estrategias de política pública de la próxima administración. Pero además de abonar por el fortalecimiento de México, el informe se suma a las conversaciones del entorno global, que frente a próximas y posiblemente más frecuentes epidemias comparte acciones claras para tener mayor seguridad y ser más resilientes.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Carol Perelman. Soy una de los 17 comisionados que conforman la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de COVID-19 en México